Gonzalo Lechón inaugura su exposición de pintura
JONDURAS el Jueves 5 de Mayo a partir de las 18h.
Los lazos que unen al pintor Gonzalo Lechón con el Flamenco son tan inesperados como profundos y deseados.
En su casa punk o clásica, pero de Jondo, Jondo, nada.
Escuchando a Camarón –el mejor- a la sombra de algún desamor o quizá
de algún otro desencuentro que en la vida le acompañan a uno a veces, fue
como el corazón del pintor se enganchó a la jondura para ya
nunca más abandonarla.
Gonzalo Lechón no es un “entendido”, sino más bien un “sentido”.
No le hablen de escalas musicales, de rasgueos o de compás; quizás él no sepa asegurar si un cante es alegría, bulería o soleá.
Eso sí, déjenle a solas con el corazón abierto y el puño apretado.
Y entonces verán que donde antes se oyó un silencio ahora grita un trazo,
y donde hubo un acento ...ay! arsa!...
tenemos un cuadro.
Deténganse sin prejuicios, señores y señoras, a observar estas pinturas.
Háganlo sin cabeza ni razón –primero- y pongan a prueba sus oídos. Sin duda ninguna se quedarán sorprendidos.
Después miren, esta vez sí con ojos y con cabeza –y con razón- porque
la belleza que se encarna aquí con total sencillez, parece haberla arrancado
Gonzalo Lechón de un “quejío” de su pincel.
Deseamos desde JondoJondo hacerles cómplices de esta locura tan nuestra en la que los límites entre alma y materia, entre idea y objeto, entre sueño y realidad, parecen
haber perdido parte de su definición.
Deseamos de igual manera agradecerles su generosidad al haber elegido este lugar y este momento para acompañarnos.
Que dios reparta suerte.
Los lazos que unen al pintor Gonzalo Lechón con el Flamenco son tan inesperados como profundos y deseados.
En su casa punk o clásica, pero de Jondo, Jondo, nada.
Escuchando a Camarón –el mejor- a la sombra de algún desamor o quizá
de algún otro desencuentro que en la vida le acompañan a uno a veces, fue
como el corazón del pintor se enganchó a la jondura para ya
nunca más abandonarla.
Gonzalo Lechón no es un “entendido”, sino más bien un “sentido”.
No le hablen de escalas musicales, de rasgueos o de compás; quizás él no sepa asegurar si un cante es alegría, bulería o soleá.
Eso sí, déjenle a solas con el corazón abierto y el puño apretado.
Y entonces verán que donde antes se oyó un silencio ahora grita un trazo,
y donde hubo un acento ...ay! arsa!...
tenemos un cuadro.
Deténganse sin prejuicios, señores y señoras, a observar estas pinturas.
Háganlo sin cabeza ni razón –primero- y pongan a prueba sus oídos. Sin duda ninguna se quedarán sorprendidos.
Después miren, esta vez sí con ojos y con cabeza –y con razón- porque
la belleza que se encarna aquí con total sencillez, parece haberla arrancado
Gonzalo Lechón de un “quejío” de su pincel.
Deseamos desde JondoJondo hacerles cómplices de esta locura tan nuestra en la que los límites entre alma y materia, entre idea y objeto, entre sueño y realidad, parecen
haber perdido parte de su definición.
Deseamos de igual manera agradecerles su generosidad al haber elegido este lugar y este momento para acompañarnos.
Que dios reparta suerte.
Leticia A. Calzadilla
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